Cansada estaba por el día agitado.
Sobre la cama, toda yo
cual ser lleno de vibraciones.
Extendido mi cuerpo,
los senos expandidos sobre mi pecho
y la piel vestida sólo con la brisa
que exhalaba la ventana.
Mi cabellera se abría como un sol
sobre el cielo nublado
de sábanas blancas.
¡Cuánta frescura y cuanta paz
en el sordo silencio de mi cuarto.
Mi mente elevada volaba con las gaviotas
por mares extraños como de otro planeta.
Colores vivos y rocas brillantes;
cascadas azules y otras violetas.
Ahora soy liviana, despojada de prendas,
ahora mis brazos son alas abiertas.
Se iba absorbiendo todo este vuelo
el marrón tierra de mis parpadeos
y me iba derribando cual tigre herido
recopilando caricias aquel dulce sueño
que ya me había vencido.
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