Sin embargo era verdad, existías...
Y eras el hacedor de todas mis alegrías
mis estrellas iluminando noches en penumbras.
Mi rumbo en el camino, mi horizonte, mi destino.
Existías y eras el culpable
de mis pájaros volados.
Mis olas desparramadas
y el dueño de mis costas
inquietas y alborotadas.
Bettiana Vázquez
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