Un beso...
luego me regalas tu flor. Con ella
acaricias mis labios que se tiñen de su color.
Yo abro para ti mi caja de sorpresas:
rosada, dulce y húmeda como una granada.
Después...
bebes sin juicio uno a uno de sus granos
mientras te miro desde locos precipicios.
Al final, mi grito iracundo y sostenido
es liberado con el huracán, al tiempo
que los lobos salvajes lloran entre los cerros.
Y cuando la flor obsequiada se torna diminuta,
a terminado el ritual...mi cofre maravilloso se vuelve a cerrar .
Es cuando las bestias silencian sus quejidos
tras profundo sueño sobre la noche .
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